Hudson Taylor fue encomendado por Dios para llevar a cabo una de las labores misioneras más importantes que se han realizado en China. Gastó 5 años en traducir el Nuevo Testamento al dialecto ningpo. Su capacidad de adaptación, su labor incesante, y celo por predicar el mensaje del Evangelio, contribuyó para que miles de personas se convirtieran en tan difícil país. En su muerte, en 1905, habían 205 estaciones, con 899 misioneros y 125.000 cristianos chinos en la misión interior de China. La repercusión de su obra misionera todavía encuentra hoy su eco en millones de chinos convertidos al evangelio.
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